La Guerra de Calderón

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Pocos imaginaban un panorama como el actual, cuando se afirmaba que México todavía no vivía altos niveles de violencia, en ese entonces era Eduardo Medina Mora, Procurador General de la República, quien daba por iniciada la guerra contra el crimen organizado.

Hoy México se encuentra en un callejón sin salida, donde la única salida para hacer camino es destruir lo construido, Calderón ha mostrado gran firmeza ante la embestida criminal, pero increíble soberbia ante el reclamo social, México no solo ha rebasado un nivel de violencia cruel, sino ha tomado como protagonistas de esta guerra a medios, gobierno, y sociedad en general.

El Gobierno Federal se congratula con sus cifras, la aprehensión de 1,626 narcotraficantes desde iniciada la guerra, cifra que se ve apabullada ante un mercado que obtienen ganancias anuales de hasta 40 mil millones de dólares, ingresos superiores a los que logra el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Banco Mundial (BM). (David Robillard, presidente de la Consultora global Kroll 2009) y que emplea al menos 450 mil personas.

El panorama es desgarrador si se hace un comparativo de daños propios con los del enemigo, y aunque el país se encuentra muy lejos de una colombianización o un estado de excepción, lo cierto es que la guerra contra el crimen organizado ha tomado la agenda nacional, los medios debaten entre su facultad de informar o ser simples mensajeros del terror, mientras mejoran rating con imágenes de bombazos, y se dicen huéspedes del infierno por invitación del diablo.

La capacidad de asombro se vuelve un recurso ilimitado ante las imágenes diarias, la nota roja se ha postrado en la portada.

Sin embargo toma mayor relevancia cuando se afirmaba que el aumento del descontento social ante lo cruenta de la batalla seria síntoma de severos daños al enemigo, al parecer nadie ve un enemigo común mas que el gabinete federal, gobiernos locales y hasta grupos sociales señalan culpables, abonan a la protesta y cobran cara la factura política, mientras ven su soberanía desplazada por el crimen organizado.

Calderón erró la estrategia, más no la visión, pensar una guerra que no incluya un pacto político y tomarla como estafeta electoral es un error que se cobra caro.

El desenlace de esta guerra no es visible, pero un “golpe de timón” es necesario, Calderón sabe que esta guerra es imposible ante un enemigo en casa.

La victoria de esta guerra va más allá de erradicar la droga, esta guerra tendrá vencedor si el estado recupera aquel espacio que arrebató la impunidad, tendrá vencedor cuando el estado de derecho sea más que un simple discurso demagógico, cuando se afronte eliminar el paradigma cortó placista del mexicano, cuando gobierno y sociedad reconozcamos que el enemigo es común.